¡DESDE EL SEMIDESIERTO!
Por: Profesor José Morales Leija
´El Negro santo´
Matehuala, S.L.P.
Amigos, buenas tardes, continuamos con nuestra sencilla colaboración de la semana pasada, espero les sea de utilidad, con mi mejor intención y el mayor respeto:
“…..A pesar del romanticismo de estas leyendas, el mustang ha tenido que soportar adversidades y persecuciones durante mucho tiempo. Se calcula que a finales del siglo XIX en Estados Unidos había unos dos millones de caballos salvajes, mientras que a mediados del siglo XX quedaban menos de 20 000. Siempre se les había cazado por la carne o se les había capturado para introducirlos en manadas domesticadas, pero su velocidad, su agilidad y su gran conocimiento del terreno permitieron asegurar un número suficiente de caballos en libertad que garantizaba la supervivencia de la especie, cuando empezaron a utilizarse helicópteros y vehículos a motor para su captura, les era más difícil escapar. Enseguida aumentaron las matanzas, ya fuese para proveerse de carne o para proteger los pastos del ganado. Las protestas contra estas acciones y los crueles métodos empleados finalmente condujeron a una protección legal entre finales de la década de 1950 y la de 1970. No obstante, a causa de algunas lagunas legales, los caballos salvajes seguían en peligro, y lo siguen estando.
Algunos los consideran una parte indígena del paisaje y un elemento clave del patrimonio del Oeste americano, mientras que para otros, son una especie introducida, que compite por el sustento disponible con otras especies salvajes genuinas y ganado de explotaciones comerciales. Los defensores del mustang argumentan que muchas manadas de caballos salvajes prefieren áreas áridas remotas, alejadas de los seres humanos. Son tierras menos útiles para el ganado, que necesita pastos y un acceso fácil al agua, mientras que los caballos pueden recorrer largas distancias para hallar esos recursos. Y así van y vienen argumentos y contraargumentos, tristemente más centrados en aspectos comerciales que en la herencia y el bienestar de los caballos.
En la actualidad se han creado programas que fomentan la adopción de mustangs, para protegerlos en su hábitat natural o para adiestrarlos como caballos de silla. Fáciles de domar, son caballos excelentes para el trabajo, el ocio o la competición. Pero lo mejor sin duda es verlos galopar en una manada salvaje, levantando nubes de polvo, camuflándose entre los tonos rojizos y pardos del paisaje desértico.
HERENCIA SALVAJE.
Al igual que el mustang, el brumby australiano desciende de caballos importados que escaparon o fueron abandonados, aunque su historia no es tan larga. Los primeros caballos importados que llegaron a Australia, a finales del siglo XVIII, eran razas inglesas y españolas; les seguirían las árabes. El brumby también se ha convertido en símbolo del carácter duro y la resiliencia del espíritu pionero, y, en un paralelismo, también se ha visto perseguido y ha sido estigmatizado como una plaga.
Sobre el origen del nombre “brumby”, unas fuentes creen que es el apellido de un hombre que dejó caballos en libertad de forma deliberada; otras defienden que procede de un término aborigen que significa “salvaje”. Estas diferentes opiniones reflejan la confusa historia de estos caballos. Para los primeros pioneros de Australia, era fundamental tener un caballo capaz de adaptarse a un clima extremo y a un pasto escaso, así como de trabajar intensamente y recorrer distancias largas.
Los animales que sobrevivían para pasar sus genes a la próxima generación eran sin duda de los más fuertes, y los que acababan en estado salvaje eran los más fuertes de todos. La cría de numerosos caballos destinados a montura de caballería en los grandes espacios abiertos de Australia supuso la introducción de sangre nueva. Inevitablemente, muchos se escaparon o se cruzaron con las manadas salvajes existentes.
Más adelante, cuando las máquinas sustituyeron a los caballos en las tareas agrícolas o como medio de transporte, muchos animales fueron liberados. En la actualidad, manadas de brumbies viven en parajes remotos y difíciles en diversas regiones de Australia: No existen datos fiables del número de ejemplares existentes, pero se encuentran desde los desiertos del Territorio del Norte hasta los parques nacionales del centro de Queensland y Nueva Gales del Sur. En cada región, los caballos presentan características físicas distintas, en función de la herencia de los diferentes linajes.
Sin embargo, el propio éxito del brumby ha provocado su persecución. Al no ser una raza originaria de Australia, legalmente puede controlarse si supone una amenaza para la flora autóctona. Durante mucho tiempo fueron habituales las batidas regulares. No obstante, al igual que el mustang, el brumby cuenta con numerosos defensores y, gracias a su inteligencia y agilidad, se adapta bien a la domesticación. Tiene buen carácter y fama de versátil como caballo para el ocio o el trabajo. Debido a la variedad de razas que influyó en su desarrollo, existen brumbies de gran diversidad de tamaños y capas, desde pequeños ponis hasta caballos imponentemente grandes. Puede verse algún palomino junto a ocasionales moteados entre los más habituales y bayos. Todos comparten una gran capacidad de aprendizaje y establecen fuertes vínculos con sus adiestradores, aunque también son conocidos por su carácter fuerte y cierto espíritu independiente, resultado de la dura vida de un caballo salvaje……”
Hasta la próxima estimados lectores, como siempre, mis deseos que el Supremo Caporal los llene de bendiciones.