En Puebla una sombra que viene y va entre las calles, la luz anaranjada de las lámparas la acompañaen medio de la noche nadie sabe a ciencia cierta su nombre quien lo mira solo cierta a guardar silencio, existen muy diferentes relatos alrededor de la zona del rió Atoyac uno de ellos encuentra su origen en 1930 a la altura de lo que hoy se conoce como el antiguo puente de México.
Se encontraban ubicadas unas compuertas que regulan el caudal del río Atoyac, dicha maquinaria era operada por un señor de nombre Francisco quien fue el primero en relatar lo que ahí acontecía, una noche ya muy entrada la madrugada Francisco se dirigió abrir las compuertas como de costumbre y la noche era muy fría y se encontraba iluminada por una luna enorme, mientras hacía las maniobras como de costumbre cuando de repente dirigió la mirada hacia la orilla del río, al principio solo distinguía una sombra, sin embargo al ver con más detalle pudo distinguir a un individuo de gran estatura vestido completamente de charro, se me hizo muy extraño pues no era común ver gente vestida de esta forma sin embargo no le di demasiada importancia, el suceso se repitió a raíz de esto se convirtió en leyenda.
Mucha gente daba por hecho haber visto al charro negro y cada quien le otorgaba el nombre que quería, para algunos era el demonio para otros un alma en pena, pero todos coincidían en que este ser deseaba otorgar un tesoro tal vez enterrado, pasaron los años y el lugar se convirtió en vecindad hay quien asegura que cierta noche el dueño del domicilio camino de manera extraña hacia donde se encontraban los lavaderos y al día siguiente los moradores se hallaron con el piso removido semanas después el dueño de la vecindad empezó un proyecto de construcción con una inversión considerable de dinero, el relato es recurrente en diferentes zonas de la ciudad.
Otra narración ubica a este personaje en la zona del puente de Ovando, cuentan que una señora caminaba por un barrio de la ciudad, la luna iluminaba la noche y permitía distinguir la calle de manera sencilla de pronto una carcajada escalofriante escucho y sus piernas temblaron de miedo, después se escuchó una voz muy grave que decía ¡para dónde va señora!, la mujer acertó a responder que se dirigía a su casa y siguió avanzando en silencio, después de un rato al no atreverse a mirar finalmente giró su cabeza para ver su rostro pero, el sujeto ya no estaba ahí un fantasma un alma en pena o un forajido, nadie sabe a ciencia cierta quien es la sombra que ronda por algunas calles de la ciudad de Puebla, sin embargo la gente tiembla igual al caminar por la noche y escuchar un ruido extraño no vaya ser que al doblar la esquina encuentren al charro negro.