Se suele colocar el origen de estas prácticas en el momento en el que los habitantes del virreinato comenzaron a trabajar en la ganadería. Durante muchos años, los no españoles tuvieron prohibido el uso de los caballos, por lo que tuvieron que inventar nuevas formas de domar a los animales o manejarlos.
Durante el Imperio mexicano y después con el Porfiriato, la charrería conoció un fuerte impulso, aunque no sería hasta principios del siglo XX cuando comenzó a ser considerada un deporte. Antes de eso ya se habían popularizado exhibiciones realizadas por charros por todo el país.
Son 9 las suertes charras que se desarrollan durante las competiciones y exhibiciones. Algunas con caballos y otras sin ellos, pero todas muy espectaculares. La charrería fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad el 1 de diciembre de 2016.
Orígenes e historia
Se suele describir la charrería como la muestra de las habilidades propias del charro. Este debe demostrar su destreza a la hora de tratar al ganado y a los caballos, efectuando una serie de maniobras que se denominan suertes.
Aunque en un principio este tipo de actividad se realizaba solo por trabajo, poco a poco empezaron a celebrarse exhibiciones por todo México, e incluso por el extranjero. La popularidad de estos encuentros hizo que se crearan asociaciones, que establecieron unas normas claras y lo convirtieron en competición.
La charrería tiene lugar en recintos similares a las plazas de toros españolas, a los que se les llama lienzos charros.
Al término “charro” —el jinete participante— se le atribuyen varios orígenes diferentes. Por una parte, algunos lo sitúan en Salamanca (España), donde se usaba la palabra Txar, que significa “rústico”. Otros señalan que el origen es el vocablo mozárabe andaluz chauch (“jinete” o “pastor”).
Antecedentes
Para que la charrería y sus diversas suertes pudieran llegar a aparecer era necesario un elemento imprescindible: el caballo. Llevado a América por los conquistadores, su uso estuvo prohibido a los nativos durante varios siglos, solo podían usarlo los españoles.
Entonces, cuando los originales del continente empiezan a trabajar con el ganado vacuno, tienen que inventar sus propias formas para hacerlo. Sin embargo, las normas van relajándose poco a poco y los novohispanos comienzan a dar muestras de su valía en el arte ecuestre.
Fue en la grandes haciendas donde la charrería fue apareciendo. Existe una fuerte controversia sobre el origen geográfico, pero la mayoría de los autores señalan al estado de Hidalgo, al de Puebla y a la capital como los primeros lugares en los que se hizo esta actividad. Finalmente, se extiende por todo el virreinato.
Los chinacos
Una de las figuras que se suelen presentar como antecedentes de los charros son los chinacos, un término proveniente de la lengua náhuatl. Estos fueron grupos de hombres afromestizos que se dedicaron al bandidaje a finales de la época colonial y a principios de la independencia.
Actuaban a caballo, mostrando una gran pericia. Durante las luchas independentistas y conflictos posteriores varios de estos grupos efectuaron acciones a favor de los liberales.
Independencia de México
La independencia del país trajo una popularización de la charrería. El caballo se generalizó y su uso era obligatorio en la grandes haciendas formadas.
Ya en el siglo XIX el emperador Maximiliano da un fuerte empuje a esta disciplina. Se dice que fue uno de los causantes de que el traje mexicano cambiará, desembocando en la vestimenta usada por los charros.
Igualmente, durante su gobierno empiezan a aparecer algunas reglamentaciones sobre el tema. También se producen las primeras exhibiciones incluso con difusión internacional, ya que acudían numerosos invitados de la Corte a presenciar algunas de estas.
Porfiriato
A finales del s. XIX y principios del XX, durante la presidencia de Porfirio Díaz, el coleadero y el jineteadero se vuelven muy comunes como diversión en las zonas rurales del país. Se construyen pequeñas plazas para poder practicarlos.
Es destacable también que comienzan a aparecer ciertas diferencias regionales en la práctica de la charrería, especialmente en la vestimenta. Esto va a desembocar en la aparición de diversos trajes charros propios de cada territorio.
Charrería como deporte
A pesar de que existen referencias de algunos concursos de charros celebrados ya a comienzos del siglo XIX, no es hasta bastante después cuando comienza a considerarse un deporte.
En 1894 varios charros mexicanos viajan a los Estados Unidos para participar en diferentes concursos, obteniendo un gran éxito. Tras esa experiencia, en 1900 otro grupo se desplaza a Europa para promocionar su disciplina.
En México la charrería fue reconocida como competición en 1923. Por todo el país se habían formado asociaciones de charros y ese año se funda la federación nacional. A partir de entonces, los concursos son frecuentes y se convierten en una de las actividades más queridas y tradicionales de los Estados Unidos de México.
Tipos de suertes charras
Existen 9 suertes diferentes en una competición de charrería, cada una con sus características propias. Aparte, es frecuente que incluyan las llamadas escaramuzas. Estas son coreografías en las que participan mujeres montadas al estilo amazona.
Cala de caballo
Se trata de probar el dominio del jinete sobre el caballo. Debe demostrar que la montura está bien educada efectuando diversas maniobras. Entre estas se encuentran el galope, la carrera y las posturas.
Piales
El nombre completo es piales en el lienzo. El charro debe detener a la yegua en carrera con una lazada de sus cuartos traseros.
Jineteo de toro
El participante tiene que montar encima de un toro bravo. Es que permanece más tiempo sobre el animal antes de ser derribado consigue la victoria.
Coleadero
El jinete debe intentar derribar a un toro tirando de su cola.
Terna en el ruedo
Combina dos suertes diferentes: primero, el charro tiene que lazar a un toro por la cabeza; segundo, debe realizar un pial en el lienzo. Esta suerte se considera la más antigua en esta actividad.
Jineteo de yegua
Es la misma suerte que el jineteo de toro, pero cambiando la montura por un equino.
Manganas a pie o a caballo
La única variación en estas dos suertes es la posición del charro. En ambas debe capturar las extremidades delanteras del caballo con el lazo para derribarlo.
El paso de la muerte
Sin duda esta es una de las más espectaculares y complicadas de ejecutar. El charro monta una yegua mansa por el ruedo y tiene que pasar en carrera desde su montura a otra yegua sin domar y sin ningún tipo de equipación.