El jarabe tapatío, la danza rebelde que nos dio identidad

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El jarabe tapatío es de la época Colonial, provino de otros ritmos españoles y llegó a ser
prohibido, por lo que se le dio una identidad de libertad. Se bailó oficialmente por
primera vez en 1910. Esta mezcla de danzas terminó por caracterizar a nuestra nación

Texto: Vanessa Conde Aguilar
Diseño web: Miguel Ángel Garnica

“Jarabe” deriva de la palabra árabe “xarab”, que signfiica bebida de mezcla de esencias y hierbas; la cual también hace alusión a la mezcolanza de danzas de distintos estados que dieron vida al jarabe tapatío.

Éste es un baile de pareja picaresco de movimientos airosos, caracterizado por el zapateado que representa la rebeldía del pueblo mexicano, como lo describe el Museo Nacional de Arte en su libro Jarabes y Fandanguitos de 1990.

También se le dice jarabe debido a lo dulce o meloso del cortejo entre parejas y de todo lo que tiene que ver con el proceso del amor en esta danza. Es especial por la forma en que se baila, pues representa el cortejo de un hombre hacia una mujer, donde éste tira su sombrero frente a ella y zapatea alrededor del mismo para así conquistarla.

La mujer al inicio lo rechaza, pero conforme avanza el baile lo acepta y, al final, sellan con un beso el nuevo amor.

El libro Jarabes y Fandanguitos, describe que el jarabe más antiguo fue compuesto en 1816, siendo un intercalado de los temas mexicanos: Los dos gemelos o Los tíos burlados.

El segundo más antiguo, fue compuesto por Jesús González Rubio, titulado El Jarabe, puesto para pianoforte, que aún conservamos y se caracteriza por ser tradicional. La mezcla de estos “jarabes” dio como resultado la versión que hoy conocemos con algunas otras modicaciones.

Jarabe tapatío: su historia

La clase alta mexicana bailaba danzas europeas como el bolero y el fandango, diversas
compañías de danza y teatro como los Sonecillos de mi Tierra llevaron el jarabe gitano a distintas partes de la Nueva España y tuvieron mucho éxito entre los indígenas y mestizos.

Sin embargo, el pueblo se divertía con su propia versión de los “zapateados españoles” donde se mezclaban danzas indígenas, en las que las mujeres generalmente no participaban. En cuanto a la Iglesia y el gobierno, este baile no fue bien recibido; incluso llegaron a prohibirlo por creerlo ofensivo a la moral lo cual causó que el jarabe tapatío se convirtiera en un motivo de libertad.

La Independencia de México en 1821 trajo un nuevo sentido de la conciencia cultural y le dio mayor popularidad a este jarabe al convertirlo en un símbolo de identidad mexicana, como un acto de rebeldía y desafío ante las autoridades coloniales.

Antiguamente se ejecutaba sobre una tabla de madera puesta en un amplio hoyo hecho sobre la tierra, también era común que se bailara en una trajinera. Pero no fue hasta 1910 cuando fue bailado oficialmente en el Teatro Coliseo de la Ciudad de México.

Arturo Chamorro Escalante, cuenta en su libro Mariachi Antiguo, Jarabe y Son, que el jarabe tapatío se bailaba en Jalisco como parte de una tradición religiosa en la esta
de San Juan Bautista, santo patrón de Tuxpan, donde se prometía al santo bailar con fervor y entusiasmo, respetar al público y abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas.

Chamorro Escalante también explica que en Jalisco no se aprende el jarabe tapatío en una escuela, sino que es por medio de la observación y la participación en las celebraciones, en donde se adquieren las bases del estilo, diseños y significado
de este baile.

Charro y China Poblana

La vestimenta de la pareja de bailarines es otra de las características del jarabe tapatío. El Charro y la China Poblana se forjaron juntos después de la invasión francesa, ocurrida a mediado del siglo XIX, según se dice en Seis Siglos de Historia Gráfica de México de Gustavo Casasola

Antiguamente el Charro vestía pantalón ajustado, blusa de manta, ceñidor rojo, sombrero de palma y frazadas al hombro (aunque antes se usaban calzoneras). La versión más actualizada del traje es un pantalón con botones de plata a un lado, chaquetilla con botones al frente, sombrero de ala ancha de cuatro pedradas y camisa blanca con corbatín al cuello.

Por otro lado, la China Poblana antes usaba enaguas coloridas con tablones, un rebozo de bolita, opulentas trenzas y grandes aretes. Actualmente la blusa es bordada, mientras que la falda tiene el águila de la bandera Mexicana con chaquira y lentejuela, sin dejar de lado las características trenzas tejidas con listones

Desde los años veinte y treinta del siglo pasado, los trajes típicos del Charro y la China Poblana ya eran identificados en la sociedad mexicana, pero se impulsaron aún más en las conmemoraciones del centenario de la Independencia, en 1921.

La música del jarabe tapatío

La versión que hoy conocemos del jarabe se compone de sones de varias zonas de los estados de la República. Es en 1924 cuando se juntan distintos jarabes, sobre todo de regiones de Jalisco, para formar el tapatío que hoy conocemos.

Antes, el jarabe se bailaba entonando los sones donde dos hombres del pueblo cantaban imitando también la voz femenina. En sus inicios, el jarabe tapatío era interpretado por un mariachi conformado por un enorme arpón, violín, guitarrones o tamborcillo y clarinete.

El jarabe tapatío en las bellas artes

El jarabe tapatío también se vio reflejado en las bellas artes, las cuales retrataban cómo era el ambiente al bailarlo. Así, Manuel Serrano tituló dos de sus pinturas al óleo El Jarabe, y Jesús Helguera en sus pinturas Mujeres mexicanas representa la fortaleza femenina de este baile.

La litografía fue un medio importante para la difusión de música y bailes. Mauricio Vega Vivas tiene un grabado que lleva por nombre Mariachi. Otro artista como Roberto Montenegro también eligió a los bailarines para su vitral El jarabe tapatío, que se puede observar en el Museo de las Constituciones en la capital

En la literatura, Guillermo Prieto en su obra Memorias de mis tiempos, deja ver cómo era la sociedad mexicana ante este nuevo estandarte mexicano. Ramón López Velarde, en Suave Patria cita a los mexicanos como “raza de bailadores de jarabe”.

En el cine nacional tiene varias escenas que representan este baile como en la película Allá en el Rancho Grande, dirigida por Fernando de Fuentes (1936) y Pueblerina del director Emilio Fernández (1948).

Aportación de la bailarina rusa Ana Pavlova

En enero de 1919 la Gran Compañía de Bailes Clásicos de Anna Pavlova, afamada bailarina rusa, viajó a México para su gran debut en el Teatro Arbeu. En el programa de la función del 16 de marzo se lee: “Próximamente Bailes mexicanos”, lo que logró poner nuevamente de moda el jarabe tapatío y pasó de ser menospreciado a ser un tema de revistas.

Pavlova introdujo la costumbre de bailarlo en el ala de un sombrero, lo que era totalmente ajeno a su interpretación en el campo. El hecho de que una bailarina extranjera pusiera en alto los bailes regionales para dejar ver su belleza, impulsó las críticas hacia la sociedad mexicana describiéndola como “malinchista… y el Jarabe ennoblecido, dignificado con su nueva carta de naturalización, emperla sus notas” dice Luis A, Rodríguez en El UNIVERSAL ILUSTRADO, el 28 de marzo de 1919.

El jarabe tapatío hoy

Tanto en sus presentaciones semanales, en la época decembrina y en funciones de Gala, el Palacio de Bellas Artes ofrece una presentación con el Ballet Folklórico, en donde se incluye la danza del jarabe tapatío.

Viviana Basanta, hija de Amalia Hernández y actual directora artística del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, comenta cómo es que el jarabe tapatío forma parte del ballet: “Mi mama creó hasta un vestuario que si lo ves tiene la raíz de la china poblana, pero casi con el vuelo de la ranchera, porque ella sí quería que tuviera la dinámica del faldeo, del movimiento, sin perder la esencia de la conquista del jarabe tapatío” dice en entrevista para EL UNIVERSAL.

El Ballet Folklórico llevó a un nivel más alto de reconocimiento al jarabe tapatío “pasó por la etapa de sus propias raíces y la unión de distintos sones, yo creo que lo que hizo el ballet fue llevarlo a un nivel de espectáculo para una representación teatral y que culminara en una gran dinámica, por eso no se dejó tanto el traje tal como es de la china poblana”, comenta.

Para una representante artística como Viviana está muy claro qué papel jugó el jarabe tapatío en la historia de los mexicanos: “se volvió parte de nuestro desarrollo nacional de la fusión de las razas y de las culturas, superando la parte religiosa que permitiera al pueblo expresarse por sí mismo”

La Escuela del Ballet Folklórico de Amalia Hernández tiene como misión acercar a la sociedad a los bailes tradicionales. Además de enseñar la técnica, los estudiantes logran entender los diferentes géneros de la danza folclórica mexicana que los prepara para lograr el acercamiento a las raíces mexicanas. “Van aprendiendo cuestiones tradicionales y por regiones, para mí nada que esté en un salón de clases es tradicional, no se trata de emular las tradiciones”, declara Viviana.

En la actualidad los mexicanos están mostrando mayor interés en reconocer la identidad nacional y también promoverla, como lo analiza la hija de Amalia Hernández.

En entrevista para EL UNIVERSAL, Sandra Monzoy Gutiérrez también bailarina regional, quien después impartió clases en La Academia de Danza Mexicana, dice que no se tiene que ser profesional de la danza para poder reconocer el jarabe tapatío.

¨Seguramente muchos de nosotros lo bailamos en los festivales del 10 de mayo, puesto que es algo que permea en la educación básica. El jarabe tapatío tiene muchas formas de ser representado si se presenta en casas de cultura, en inauguraciones, en escuelas, pero tiene el mismo sentido”, considera esta maestra de danza regional.

Sandra también explica que el jarabe tapatío ha tenido cambios a lo largo de la historia. Aunque a primera instancia se llega a pensar que una tradición como esta se debe conservar y bailar tradicionalmente, lo cierto es que como toda bella arte, ha evolucionado con el tiempo. Comenta que “la coreografía no la podríamos conservar realmente como es, porque la danza no es una cosa que no se mueva, al contrario es dinámica, pensar que tenemos el verdadero y original jarabe tapatío desde que se creó hasta la actualidad sería incorrecto, tiene que ver más con el dinamismo y la forma de hacerlo”.

Dice que el origen del jarabe tapatío se identifica con los festejos patrios porque “empezó por ser un grito de libertad y se convirtió en una esta donde todos los corazones mexicanos bailaban de gozo y alegría. A mí me queda claro que cualquiera que vea el jarabe tapatío nos va a exaltar la emoción y nos va a vibrar el corazón y la identidad mexicana que está ahí”.

 

Imagen antigua comparativa. Años 60. Bailarines interpretando el jarabe tapatío
Imagen reciente comparativa. Mariachis y bailarines participan durante una presentación para establecer el Record Guinnes, como el baile folclórico en el que participan el mayor número de personas al mismo tiempo durante 10 minutos, en la plaza Liberación, en Guadalajara, México, el 3 de septiembre de 2011. Con un popurrí que incluyo «La Negra» y el «Jarabe Tapatío», 272 parejas bailaron.

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