
Las primeras paradas en el partidero
Un aspecto muy importante que cuida todo charro que se precia de ser buen coleador -que no es lo mismo que un «tumbatoros»- es el hecho de que su cabalgadura esté siempre atenta, quieta, presta y segura para realizar la faena de principio a fin, muy especialmente al principio, estando en el partidero.
Cuando se está enseñando a un equino a realizar la faena del colear a la usanza mexicana -que se mira fácil pero en realidad no lo es tanto si se lleva a cabo con todas las de la ley- y mucho tiempo antes de que el jinete quiera «tirar una redonda» o pretenda siquiera agarrar el rabo al cornudo que se ha de colear, es de primordial importancia que el caballo coleador se plante en el partidero y, estando ahí, llegue a entender que esos momentos no estarán relacionados con ningún tipo de estrés, castigo y mucho menos dolor. Es común mirar a jinetes que «arriman» al caballo hacia el partidero a base de espuelazos, cuartazos, riendazos, gritos y demás actos que sólo infunden temor al equino; todo ello con la finalidad de que -según ellos- el caballo se quede quieto y listo en el partidero a la espera del toro para realizar la faena. Nada más equivocado y nada podemos hacer peor si pretendemos tener un caballo que nos dure «toda la vida» coleando, pues en el 99% de los casos los caballos que han sido «enseñados» o tratados bajo dichos castigos, en cuanto puedan, empezarán a reusarse o a «defenderse», como de ordinario se dice en jerga charra.
Recordemos que los caballos identifican y asocian olores, ruidos, formas y hasta lugares a estados de bienestar o malestar. Muchas veces pensamos que un caballo «no se quiere arrimar» al partidero porque le tiene miedo al toro -aún y cuando no sea la primera vez que tiene contacto cercano con uno de ellos- o porque se asusta con el ruido de las puertas, cerrojos, etc. y pretendemos hacer que se acerque al lugar hincándole la espuela a manera de castigo o cuarteándolo con fuerza «para que se arrime». El resultado -téngase por seguro- será un caballo que entenderá que ese lugar -el partidero- significa castigo y dolor y por ende a las primeras de cambio buscará defenderse. Por ello no es raro ver jinetes que empiezan muy bien, realizando la faena con un caballo que se reputa de coleador, pero al paso del tiempo la faena se les empieza a dificultar y terminan echándole la culpa al caballo porque adquirió algunas «mañas» como alborotarse, levantarse de manos, abrirse o a veces otras más graves como azotarse, cuando en realidad la culpa no fue del caballo sino de quien lo montó.
Si lográramos entender que un caballo bajo estrés, castigo, dolor y aún bajo cansancio, NO está en condiciones de aprender ni asimilar prácticamente nada de lo que se le pretende enseñar, entonces lograríamos hacer caballos más prestados para esta faena y -sin duda-para muchas otras más.
Este video no es, por mucho, un tutorial de cómo hay que enseñar al caballo a «pararse en el partidero». De hecho, hay otros sitios donde se pueden encontrar dichos tutoriales con personas muy capaces y entendidas en el buen manejo y entendimiento del caballo y de nuestras faenas. Únicamente lo comparto como parte de esta serie de breves y precarios videos donde vengo mostrando algo del arrendamiento a la usanza mexicana de mi potranca Jesusita en Chihuahua.
Estos son sus primeros acercamientos en el partidero. No se le somete a ninguna exigencia ni a nada que aún no sepa hacer; mucho menos se aplica ningún castigo pese a que muestra aún -si se le compara con un caballo bien terminado- ciertas deficiencias que muchas veces consideramos como «defectos». Se puede apreciar que ella intenta anticiparse un poquitín a la salida de los novillos, que intenta morder al primero de ellos distrayéndose un poco, y algunas cosas más que tendrá que ir mejorando. Pero les puedo asegurar que si yo corrigiera todo eso a base de «jalones y estirones», entonces «en menos de lo que canta un gallo» la potranca empezaría a reusarse y a defenderse de alguna forma y precisamente eso es lo que NO queremos.
Recuérdese que nada -en el arrendamiento de caballos- suple la paciencia, el sentido común y el buen trato al caballo.
¡Saludos cordiales y nos leemos pronto!