
Reflexión:
Un burro regresó a su casa muy contento y orgulloso.
Su madre le preguntó: ¿Por qué tan contento hijo?
Madre, cargué a un tal Jesucristo y todos me decían: VIVA, VIVA, SALVE, VIVA, VIVA y me lanzaban flores, me alababan y me ponían palmas de alfombra.
Su madre le dijo: vuelve a donde fuiste, pero esta vez no cargues a nadie.
Al otro día el burro se fue a donde estaba la gente y regresó llorando y muy triste.
Madre, no puede ser, pasé desapercibido, nadie se fijó en mí, me echaron del lugar.
Su madre le miró fijamente y le dijo:
HIJO, SIN JESÚS, ¡SOLO ERES UN BURRO!