Héctor E. Paz Alomar
05 diciembre 2022
Uno de estos calurosos días, mi amigo de la infancia Cundo —no le gustaba el Erundino con que fuera inscripto— me interceptó y, como es característico en él, me espetó “Oye, cuate, ¿por qué no escribes algo sobre el Charro Avitia?”. Y, con la misma, salió caminando con una ranchera a flor de labios.
La sugerencia picó mi curiosidad, confieso que me gusta esa música, sobre todo los corridos y las rancheras y, más temprano que tarde, gracias a Google, obtuve un breve esbozo biográfico de Francisco Avitia Tapia (1915-1995), cantante y actor mexicano.
Con apenas seis años de edad le dijo adiós a su Chihuahua natal para llegar a Arroyo Colorado. No fueron fáciles su niñez y su adolescencia. En esa última etapa se le vio haciendo lo que le gustaba: cantar en bares, cantinas y en algún que otro centro nocturno. Cobraba, si puede llamarse así, cinco centavos por número musical. También vocalizaba tangos. Recuerdo algunos títulos: El pájaro prieto, El buque de más potencia, La indita mía…
Les cuento que este singular cantante fundó, en 1930, nada menos que el Sindicato de Cancioneros de Chihuahua, y que profesionalmente comenzó su larga carrera artística en 1934. Lo hizo en la radio, en una radiodifusora identificada como XEWG y viaja a Ciudad de México.
Tal parece que recibió algunas nociones sobre música en una academia particular a la que habían asistido Dolores del Río, José Mujica, Pedro Vargas y otros. Lo de llamarse Charro se lo debió a Pedro De Lille, debido a su peculiar estilo de canto ranchero.
Así inició el despegue como cantante y en su biografía aparece que llegó a alternar con verdaderos ases como Luis Aguilar, Pedro Infante y Jorge Negrete.
El Charro Avitia también incursionó en el cine mexicano. Su debut fue en el filme Primero soy mexicano, de 1950, junto a Luis Aguilar y Flor Silvestre.
En su amplio currículo aparece la grabación de más de 50 discos, con las compañías disqueras RCA Víctor y Discos Odeón. Además, trabajó en una veintena de películas.
Más de 50 años avalan su carrera artística, pues también se le vio en varias televisoras. Entre otros reconocimientos, el Charro Avitia obtuvo las medallas Virginia Fábregas, y Eduardo Arozarena, conferidas por la Asociación Nacional de Actores, por sus 25 y 50 años de actuación. Falleció de un paro cardíaco a los 80 años.
Fueron 28 LP (discos de larga duración) los que grabó, en los cuales quedaron para la posteridad unos 200 temas musicales. Entre sus éxitos más descollantes figuran Máquina 50, Veinte años, El muchacho alegre, Corrido de Santa Amalia, Los gavilanes, Bala perdida y Caballo alazán lucero.