Don Diego Mora mantiene viva la charrería en Escuinapa


Don Diego Mora, uno de los fundadores de la Asociación de Charros de la Isla del Bosque, mantiene con vida la charrería en Escuinapa

Jesús López | El Sol de Mazatlán

Mazatlán, Sin. – Con más de 70 años de vida50 de ellos arriba de los caballos, don Diego Mora es uno de los hombres que han logrado preservar y mantener con vida la tradición de la charrería en el municipio de Escuinapa.

Don Diego, quien actualmente cuenta con 71 años de edad, es uno de los llamados «hombres de a caballo» avecindado en la sindicatura de Isla del Bosque, pero bien reconocido en todo el valle de Escuinapa y demás poblados que mantienen con vida esta actividad en Escuinapa.

La pasión y el amor por los caballos le nació en su etapa de adolescencia, que fue cuando llegó a vivir a la Isla del Bosque, ya que él es originario de la comunidad de Cajón VerdeRosario.

«Fue aquí en la Isla del Bosque donde me nació el gusto por los caballos, aquí todos los hombres andaban a caballo, yo llegué aquí a los 15 años de edad y fue a esa edad cuando aprendí a montar«, recuerda.

Los caballos son su pasión.

Luego de haber tenido sus primeras experiencias en la monta de caballos, ya que además de utilizarlos para de vez en cuando salir a pasear, eran de mucha utilidad para el trabajo.

Su primer caballo, llamado “El Indio” y al cual recuerda con gusto, lo logró comprar cuando tenía 16 años de edad, con dinero que obtuvo después de trabajar por unos días en la captura del camarón.

«A los 16 años tuve el primer caballo que pude comprar, salió para comprarlo porque me fui a pescar camarón, no había dinero en ese tiempo, me enseñé a atarrayar y de la pesca logré sacar para comprar el caballo, porque yo miraba que la gente traía y me gustaba, hasta que tuve para comprarlo«.

Compró su primer caballo a la edad de 16 años.

El segundo ejemplar que tuvo y que al igual que «El Indio» lo recuerda, fue a uno que llamó «El Niño«.

«Ya de ahí para acá, he tenido la oportunidad de poder comprar más animales, el que tengo ahorita le llamo la ‘Princesa’, es una yegua«, dice.

La charrería le ha dado la oportunidad de hacer buenos amigos, además de que ha recorrido el sur de Sinaloa y norte de Nayarit en exhibiciones, donde él baila sus caballos.

«Ahorita ya me hice de 71 años, ya no es la misma de andar calando caballos, pero aún montamos. Esta tradición ha ido perdiendo terreno, pero la queremos rescatar, es algo caro, nos presentamos por ahí, pero a pantalón de mezclilla, camisa de cuadros y sombrero«, señala.

El gusto por los caballos se mantiene vivo a través de su hijo y nieto.

En su familia el gusto por los caballos se mantiene vivo a través de su hijo Antonio y de su nieto Gabriel, quien a sus 12 años de edad ya monta ejemplares.

«Me da gusto ver a mi nieto y me da energía para seguir montando y seguir enseñando a los chamacos a montar«.

Para saber

En el año del 2016, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) incluyó a «La Charreríatradición ecuestre en México«, en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

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